Telerman tendrá que terminar su mandato dentro de 6 meses sin la legitimación del voto popular y con un déficit histórico que amenaza con tener que parar las obras.
La Nación. Por Claudio A. Jacquelin
El desafío es terminar el mandato.
El aún jefe de gobierno porteño Jorge Telerman suele definirse como un hombre audaz. A la luz de los resultados debería aumentarse el carácter del calificativo y decir que Telerman es un hombre temerario.
Su decisión de fijar la fecha de las elecciones porteñas para el 3 de junio fue una jugada audaz cuando lo resolvió. Hoy puede decirse que fue temeraria, casi suicida, en términos políticos.
En el horizonte de Telerman sólo hay, desde anoche, nubarrones y pronósticos de tormentas que hacen aconsejable lanzar un alerta meteorológico para la ciudad de Buenos Aires.
Deberá atravesar ahora los seis meses más duros de su vida política y de su gestión como jefe de gobierno, cargo en el que lleva cumplidos 15 meses. Tres elementos hacen que esta afirmación sea una conclusión analítica y no una opinión:
1) Telerman está enfrentado al gobierno nacional (...).
2) No tiene una fuerza política propia que lo sostenga y facilite la gobernabilidad.
3) Muchos (incluidos técnicos de su administración) les pronostican a las cuentas públicas de la ciudad de Buenos Aires un rojo furioso.
(...)
Telerman sucumbió a la tentación que merodea siempre en torno a los que tienen el gobierno, aunque no necesariamente el poder: la de tratar de manejar los tiempos como suelen manejar los anuncios y las cifras.
(...) el adelantamiento de los comicios también evitaba la posibilidad de enfrentar el escenario tan temido de tener que detener obras públicas por falta de recursos, hacer recortes presupuestarios, aumentar tributos o endeudarse más, todo lo cual se sabe que es demasiado impopular, sobre todo si se quiere ganar una elección.
Pero cuando la realidad es adversa y el favor de la ciudadanía se inclina por otros pretendientes no es posible torcer el destino sólo adelantando el reloj.
No parece ocioso recordar ahora uno de los adelantamientos electorales más resonantes desde la recuperación de democracia: la decisión de Raúl Alfonsín de fijar las elecciones presidenciales para mayo de 1989. El líder radical debió retirarse de la presidencia 5 meses antes de la fecha día fijada para renovar autoridades, el 10 diciembre, exactamente el mismo día en que, 19 años más tarde debería asumir el nuevo jefe de gobierno porteño.
El desafío que le queda a Telerman es terminar el mandato y que no se adelanten más tiempos. Los próximos días dirán si fue sólo temerario consigo mismo o también con las instituciones.
Nota completa.
6 de junio de 2007
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